lunes, 22 de agosto de 2011

El aperitivo tras el postre

Pese a no ser del rebaño, tengo cierto respeto por la Iglesia Católica porque es parte de nuestra cultura e historia, con sus cosas buenas y malas, no sé muy bien cuales predominan.

Por eso, he estado muy callado, casi apabullado en la semanita de exaltación católica a la que hemos sido sometidos en esta ciudad. Pero el acto de hoy en Cibeles (curiosamente una divinidad de otra Religión romana alternativa, también con sus cosas buenas y malas) me ha parecido el colmo de la falta de vergüenza.

Que a la secta preferida del Cardenal Rouco (que no es más que eso, una insignificante secta) se la dé permiso para ocupar el centro de Madrid un día más, a beneficio del culto a la personalidad de su gran líder con nombre de aperitivo chungo, deja muy mal a todos los que han autorizado el acto. Por cierto, ese líder tan sensato que presume de haber diseñado los horrorosas vidrieras de la Almudena por inspiración divina. Si fuese así, se trataría del primer castigo divino de la historia de tipo estético.

Después de los kikos a quienes más tendremos que aguantar los madrileños, ¿serán los panchitos o las almendras garrapiñadas los del siguiente acto? Porque de sectas de esas hay unas cuantas, como la fundada por cierto pedófilo reconocido y denunciado por la propia Iglesia, pero que sigue operante pese a todo, por ejemplo. Y entre ellas se llevan a matar, según tengo entendido. Así que todas esas otras querrán también su tarde en Cibeles.

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