miércoles, 8 de febrero de 2012

Contador y el guiñol

El caso Contador es triste. A estas alturas no sé si es inocente o culpable pero sí que sé que muchos federativos, políticos, periodistas y demás son culpables de haberle hecho crecer en sus esfuerzos por evitar algo que puede ser una injusticia o no, pero era inevitable y que ahora se ha visto agrandado en sus consecuencias. ¿Le van a compensar esos mismos por la supermillonaria cuenta que va tener que pagar entre abogados, devoluciones de premios y multaza? Pues me parece que va a ser que no.

En el asunto del dopaje en España tengo menos dudas, hay casos evidentes de individuos y equipos con una resistencia física sobrehumana. Si se trata de uno o unos pocos puede ser cosa de la genética, pero tantos tan a la vez y tan próximos, es mucha casualidad.

Pero no es cuestión de especular. Durante los registros de la Operación Puerto podimos ver en los reportajes como los guardias civiles guardaban bolsas de sangre que llevaban claramente escrito con rotulador (creo que rojo) "campeonato de Europa". Y teniendo en cuenta que en ese caso sólo terminaron cayendo unos pocos ciclistas la pregunta evidente es: ¿desde cuando hay campeonatos de Europa de ciclismo? Porque nunca habia oido hablar de ellos. Así que habiendo visto de forma tan clara esa punta del iceberg, me temo mucho lo que hay en las profundidades.

Claro que, además, está la complacencia para con los que ya han caido o se han librado por los pelos, que además se permiten opinar. Los más mayores podemos recordar el Tour ganado por Pedro Delgado (uno de los que ahora tanto se escandalizan) después de probarse que había tomado una substancia prohibida por el Comité Olímpico pero no por la Unición Ciclista Internacional de la que por entonces, gran casualidad, era un español el presidente. Otro de los que más protestan es Abel Antón. También es fácil recordar lo que pasó con buena parte del "milagroso" equipo español de maratón que tanto lució en los mundiales. Eso sin contar con bochornos peores como el del famoso "Juanito" que vino de Alemania a nacionalizarse para competir por España en esquí de fondo para luego ser desposeido de sus medallas de oro olímpicas por flagrante dopaje.

Que conste que en todas partes pasan cosas parecidas. Ahí está el caso de Andrea Agassi, tenista confeso de dopaje al cabo de los años. Todo el mundo ha hecho lo posible por olvidar su confesión espontánea. Y jamás se ha reclamado que devuelva los títulos conseguidos en ese periodo. Cabe preguntarse que pasa en ese deporte. O como el equipo olímpico americano de baloncesto que fue eximido por el COI de pasar los controles antidopaje sin dar más razones. Yo, particularmente, desde el famoso positivo de Ben Johnson en Seúl no me he vuelto a entusiasmar demasiado por ninguna hazaña deportiva y, respecto al dopaje, no pondría la mano en el fuego por absolutamente nadie.

¿Y qué decir del guiñol del Canal+ acusando de dopaje a Rafael Nadal (del que nadie ha podido jamás decir nada al respecto, aunque me remito a mis frases anteriores)? Por alguna razón desconocida, algunos franceses están muy picados con los triunfos del deporte español, eso está claro. Siempre he pensado que la relación entre franceses y españoles es la típica entre un vecino y otro más pequeño. Parecida a la de España y Portugal, en la que el más pequeño se pica y el más grande actua con cierta condescendencia. Pero, la verdad, pese a lo que se meten algunos con los portugueses del Real Madrid, no me imagino una obsesión semejante en España si Portugal se convirtiese de repente en una gran potencia mundial de lo que fuese.

Claro que el "contrapique" de los españoles con respecto a los comentarios franceses es aún más gracioso. Sólo basta oir la petición del presidente de la Federación Española de Automovilismo para que el Gobierno español proteste por lo del guiñol de ese canal privado nada menos que ante el Gobierno francés. Como si no hubiese nada más importante en estos momentos. A ver si los españoles crecemos de una vez o al menos no somos tan niños.

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